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Tolerancia religiosa e interculturalidad a través de la historia del pensamiento cristiano.

  • Foto del escritor: José Manuel Arias Córdova
    José Manuel Arias Córdova
  • 17 jun 2018
  • 6 Min. de lectura


Un tema de máxima exposición en la actualidad es la tolerancia religiosa, ya que esta se debe a la diversificación de culturas que se encuentran en la actualidad, y es que, a partir del gran cisma de la iglesia Católica, cuando la reforma protestante tomó auge, cada pueblo fue adoptando una religión de acuerdo a sus ideologías culturales.


No obstante, previo a las divisiones que se han suscitado a través de la historia de la Iglesia católica, también ha habido otros tipos de búsqueda de tolerancia incluso desde la antigüedad cuando a la entrada de Pablo a Atenas, se pone a predicarles a los atenienses, al Gran desconocido (Hc 17, 22 – 23).


Desde este momento y en el apostolado de la evangelización, se busca desde una perspectiva de la iglesia la conciliación de la cultura con la religión, es decir, que la cultura, cual fuera, tenían cosmovisiones arraigadas que desvariaba con la del cristianismo, y en la búsqueda de la evangelización se suplantan los dioses paganos por el verdadero Dios, tomando en cuenta que con respeto se le acerca a la cultura específica.


A partir de esta evangelización, la iglesia se ve perseguida por la intolerancia del imperio romano, ya que la ideología no tiene empatía con la política, sin embargo con la llegada de Constantino a poder se muestra la legalización de la religión y aunque no es un hombre del todo religioso se vislumbra en él una tolerancia monoteísta dando pie a que el cristianismo se entienda de manera personal.[1]


Posteriormente con Tesiodo I se vuelve la religión cristiana la oficial del imperio romano, habiendo entonces persecuciones contra el paganismo, teniendo en cuenta que la religión cristiana era una religión civil, es decir que se encontraba aunada al imperio romano respetando el poder del Cesar.


La religión antigua es esencialmente religión civil, culto público orientado al bienestar y grandeza de la polis y del imperium. Diferenciarla del Estado equivale a negarla. Con esto el paganismo mostraba una diferencia sensible con respecto a la religión cristiana. El cristianismo en efecto, afirmando la distinción entre Dios y el Cesar, dividía la unidad político-religiosa de la civitas antigua y situaba en el centro de su Reino, no la espada, sino la ley del amor y el perdón.[2]


Con el respeto hacia el Cesar, el cristianismo se gana la aprobación del Imperio, puesto que comienza a haber una tolerancia reciproca en la que el imperio respeta a la religión, demostrando este respeto en su legalización, y el cristianismo respeta al imperio, respetando la autoridad civil del Cesar.


Sin embargo, esta tolerancia se va desvaneciendo cuando Tesiodo I vuelve al cristianismo la religión oficial, puesto que ya con cierto poder civil el cristianismo condena y persigue al paganismo que se encontraba dentro del imperio, empero, al mismo tiempo debía de buscar la evangelización con la palabra, en lugar de la fuerza.[3]

La gran discusión parte de este punto esencial puesto que cómo una minoría que era perseguida, adquiere poder civil, al punto que ese mismo poder lo utiliza para perseguir a los que antes le seguían; y además de esto, que su doctrina parte de la búsqueda del bien y de la paz sobre la agresión y el odio.


Más tarde la oficialización del Cristianismo le dio la expansión territorial que le permitió llegar a toda Europa, el norte de África y parte de Asia, buscando la evangelización se da el encuentro entre una cultura y una religión que tienen tradiciones diferentes, pero que encuentran la forma de entrelazarse, dando pie a lo que podría llamarse una intercultureligiosidad primitiva, ya que este es el punto de partida en el que se unifica una cultura con una religión diferente a su cultura, la adopta como propia y desestima las religiones paganas.


De este modo nace una nueva cultura, puesto que no es igual a la anterior, ya que su cosmovisión cambia, y aunque tiene los antecedentes de ser una región popular por tales motivos, su estructura de pensamiento es sustituida por el Dios Cristiano, y de este modo hace suya una cosmovisión que no es suya, pero que acepta, y, además, conserva rasgos populares de sus tradiciones, de este modo nace lo que se conoce dentro del cristianismo en la actualidad como religiosidad popular.


Cabe destacar que esta interreligiosidad cultural hacia la modernidad aun lleva un tinte de imposición puesto que, aunque se busca predicar de una manera pacífica, todavía se encuentra intolerancia ante los pensamientos diferentes a la estructura cristiana, de igual modo ante posturas heréticas que acompañaran más tarde a los diferentes cismas que sufrió el cristianismo.


Específicamente cabe remarcar el cisma de Martín Lutero en Alemania, con la gran reforma protestante; por parte de Lutero en sus comienzos es tolerante. Los herejes se han de vencer con la escritura y no con el fuego, como hicieron los antiguos Padres. Que si fuera arte el vencerlos con el fuego, los verdugos serían los doctores más sabios de la tierra y no habría necesidad de estudiar y quien quiera que lograse vencer al otro con la fuerza, podría quemarlo.[4]


Cabe decir, que Lutero expresa sus diferencias ideológicas, las cuales no puede conciliar con la sociedad católica del momento y al hacerlo se presenta como un reformador que aunque no está de acuerdo con el pensamiento externo a él lo respeta y lo acepta pero no lo apropia como suyo.


La búsqueda del diálogo tiene la pretensión de hacer ver los errores que otra forma de pensamiento comete y hacer ver que, desde su punto de vista, él tiene la verdad y en ella cabe todo diálogo interreligioso.


No obstante, hacia la consolidación de la reforma esta ideología fue cambiando transformándose su pensamiento hacia un rechazo total de toda aquella religión que no fuera el protestantismo.


La tolerancia moderna se afianza en el momento mismo en que entra en crisis aquel modelo teocrático que católicos y protestantes, en guerra entre ellos, mostraban, compartir. No se daban cuenta de que precisamente la condivisión del mismo era la causa del conflicto destinado a ensangrentar Europa durante casi dos siglos. La crisis del modelo, la disociación entre amor y temor, entre la Gracia y la vara, entre el Dios misericordioso y el Dios airado, es el momento en que toma forma la idea de tolerancia[5].


El punto de encuentro entonces actual de la tolerancia entre las divisiones religiosas se plantea principalmente por la búsqueda de acuerdos, es decir, después de guerras que acarrearon muertes excesivas, se abre un panorama distinto al verse que lo que se busca evitar en la predicación es lo que se está haciendo. Se ve el reflejo de un Dios que no es el Dios de la Caridad del evangelio, y por ende, la forma de intolerancia rompe con la ideología particular de cada grupo.


Para esto es necesario entonces que se dé el encuentro entre religiones, el cual permita que haya verdadero diálogo, para buscar la paz, aunque la ideología sea distinta.

En la actualidad muchos sociólogos, rechazan la palabra tolerancia por el hecho de no ser inclusiva, es decir que no hay un encuentro entrelazado, sino solamente un acercamiento, esto desde una visión cultural.


Desde una visión religiosa, que también incluye una visión cultural, si se debe de hablar de una tolerancia interreligiosa, puesto que no se pretende entrelazar de una manera coercitiva a una religión con otra y menos a una región cultural con tradiciones propias, pero sí puede haber ese acercamiento.


En la actualidad los últimos Papas han buscado, como cabeza de la iglesia, el encuentro de las religiones en la búsqueda de la paz, sin embargo, este encuentro se da con el respeto que conlleva la palabra tolerancia, puesto que no daña o coercitiva su pensamiento que difiere con el del otro.


No queda más que fomentar estos encuentros en el ámbito cultural y religioso, ya que, de este modo se acerca a todos los seres humanos con diversidad de ideologías puesto que cabe destacar que también hay personas arreligiosas que necesitan de este encuentro social – religioso.



Bibliografía.


[1] Jacob Burckhardt. Del paganismo al Cristianismo. FCE. México. 1996. P, 332 – 333.


[2] Massimo Borghesi. La aparición de las nociones de tolerancia y libertad religiosa a partir de las guerras de religión y la ilustración inglesa y francesa. En Existencia en libertad. Revista católica Communio. 3ra ep. Año 26. Enero – junio 2004. P, 40.


[3] Ibídem, P, 42.


[4] Martín Lutero, Alla nobiltà cristiana di nazione tedesca, en M. Lutero, Scritti politici, Turín, 1959. 203.


[5] Borghesi, p, 46.

 
 
 

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