La hegemonía de género: la lucha por la superposición entre el patriarcado y el matriarcado.
- José Manuel Arias Córdova
- 21 mar 2018
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 21 abr 2018

Introducción.
La opresión femenina es una discusión que se ha planteado de una manera exuberante en los últimos siglos, sin embargo, ha tomado más realce su participación en la filosofía desde finales del siglo XIX y principios del siglo XX hasta la actualidad.
En la tradición y cultura occidental siempre se ha visto a la mujer como un ser inferior, empezando desde su aspecto físico hasta, incluso, como los griegos lo postulaban, su intelecto.
La mujer ha sido para el género masculino un objeto de opresión en tanto que no tiene funciones aparentemente fundamentales, sino lo correspondiente a la crianza y subordinación al varón. La mujer por la tanto desde la antigüedad poseía un rol meramente biológico, es decir, que su función se reducía a la protección del varón, quien sería el hombre con todos los dotes superiores a los de la mujer, siendo esta última, objeto reproductivo del hombre.
El hombre, sin embargo, ha sido el sujeto que se ha impuesto en toda la naturaleza como la superioridad, el ser más perfecto después de una divinidad, si es que cree en alguna. El hombre por su virilidad y fortaleza ha logrado el dominio de la naturaleza, dominó a los animales a través de las armas, a las plantas para el cultivo y la supervivencia con las herramientas.
De este modo a partir de la historicidad del hombre, pareciera que la participación de la mujer no tiene relevancia, es decir, la mujer solamente es la co-procreadora y además es la que amamanta, la que cría, la que cuida el hogar, la esclava del hombre.
Sin embargo, mujeres han destacado también en la historia del hombre, a saber, Hipatia de Alejandría, Cleopatra, Juana de Arco, Marie Curie, Simone de Beauvoir, entre otras han levantado del suelo la capacidad femenina que el hombre ha tenido aplastada por siglos.
El hombre, el que además de fuerte y que piensa, se ha considerado como la superioridad o la excelencia en la naturaleza, su dominio se ha consolidado como un patriarcado. Esto quiere decir que el hombre se ha posicionado en el centro de la “manada” como el protector, el líder, el jefe, teniendo así el derecho de oprimir aún más a la mujer.
Desarrollo.
A partir del inicio de la ideología de género, la mujer ha buscado destacar en la sociedad que híbridamente se constituyó machista. Ya que tanta sumisión por parte del hombre hacia la mujer no es natural.
De este modo, en la desesperación de superar al hombre, se ha buscado una igualdad en cuanto a que los derechos de los hombres sean también poseídos por ellas. La ideología de género pretende acabar con la dominación del patriarcado y dejarlo a un lado, para que la mujer resurja desde lo más bajo y se imponga del mismo modo en que el hombre lo ha hecho.
“La mayor parte de las criticas feministas que tratan la problemática psicoanalítica de identificación se han ceñido al problema de una identificación materna y han intentado explicar una postura epistemológica feminista a partir de esa identificación materna o de un discurso materno que se ha desarrollado desde el punto de vista de esa identificación y sus dificultades”.[1] Es decir, la superposición del feminismo se ha basado en la maternidad para afirmar que el género femenino es superior al hombre ya que ésta posee la concepción del embrión, cosa que es imposible al hombre.
Por lo tanto, el rol que juegan cada genero da un giro, ya no es más el patriarcado el que domina frente al género femenino, por el contrario, es ahora el matriarcado, es decir, la mujer que engendra al varón, que posee la prioridad por ser madre del hombre que forman, ganando así una superposición sobre el hombre
Parte de la identificación que se da entre el matriarcado y el patriarcado es precisamente la búsqueda de la imposición frente al género contrario. La búsqueda de imponerse al otro es lo que ha mantenido al género en una disputa radical que parece interminable.
Conclusión.
El hombre ha sido creado –socialmente- para ser un dominador, para atender las necesidades básicas del hogar y defenderse de otros. La mujer, en cambio, ha sido impuesta para el hogar, para la subsistencia del mismo.
Estas ideologías en la actualidad han cambiado, la mujer tiene los mismos derechos que el hombre, y puede desarrollarse del mismo modo que él. Sin embargo, no están dados todos los cambios.
Es evidente que los géneros no son iguales, sin embargo, pueden ser prudentes, es decir, pueden relacionarse y comprenderse. El hombre necesita ser un pro-feminista o un anti-patriarcal, sin por eso perder su masculinidad. Y en la convivencia se puede dar una igualdad.
En México la ideología de género llega a ser tan radical que se ha catalogado en los últimos años a feminismos absurdos como “feminazis” haciendo alusión al totalitarismo alemán del siglo XX, porque de igual modo su ideología busca imponerse.
Además el hombre y la mujer deben unirse para abatir la violencia de género que en México se encuentra tipificada como “feminicidio”.
[1] JUDITH, Butler. El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad. Ed, Paidós. España. 2007. P, 152.
Hecho por : José Manuel Arias Córdova.
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