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Las fallas epistemológicas del "manifiesto UNABOMBER"

  • Foto del escritor: José Manuel Arias Córdova
    José Manuel Arias Córdova
  • 17 mar 2018
  • 6 Min. de lectura


Introducción

Theodore Kaczynski forma parte de un movimiento llamado neo ludismo que arremete contra toda la tecnología y las consecuencias geográficas y antropológicas que la acompañan. Principalmente debe su ataque a todas las consecuencias en un ámbito político, e incluso epistemológico, en el sentido que presenta los motivos por los que la tecnología no ha sido un beneficio para la humanidad. Para él la revolución industrial ha sido el mayor desastre de la raza humana[1] puesto que aprovecha los beneficios sociales de ciertas personas para favorecerse y por el contrario aplastar al tercer mundo como lo llama él.

A partir de su pensamiento revolucionario surgen diversas cuestiones que, presentadas a través de sus premisas, ponen en duda la concepción actual que se tiene de la tecnología. En efecto la tecnología se encuentra en un punto medio dilemático entre si la tecnología realmente es un beneficio o el mayor daño de la sociedad moderna.

La postura que pretendo defender es respecto que si bien la tecnología en un sentido moral ha sido uno de los mayores daños de la humanidad, en un sentido epistemológico, ha sido el mayor logro del conocimiento humano, ya que permite adentrar un conocimiento total y pleno del mundo.

Desarrollo

La visión del autor tiene un encuentro casi indistinguible entre la moral y la epistemología y, a partir de argumentos mezclados, ataca a la sociedad tecnológica, para demostrar estas fallas apunta hacia los daños físicos, económicos y sociales que la esta sociedad ha hecho al hombre.

Hannah Arendt apunta en su libro la condición humana una perspectiva contemporánea de la tecnología y las consecuencias de ella en el hombre, desde su visión las máquinas exigen que el trabajador las sirva a ellas, que ajuste el ritmo natural de su cuerpo a su movimiento mecánico, esto no solo implica que el hombre como tal se ajuste o se convierta en servidor de sus máquinas, sino que también significa, mientras dura el trabajo de las máquinas, que el proceso mecánico ha reemplazado el ritmo del cuerpo humano.[2] Es decir, las máquinas que son constructo humano, se vuelven objeto de necesidad del hombre en el sentido de suplantar la actividad humana haciendo que el hombre se vuelva inútil sin el uso de ellas.

De aquí parte cierta esclavitud hacia la tecnología puesto que hay una dependencia casi mutua entre máquina-humano, la primera se vuelve complemento del segundo, y este a su vez, se vuelve sumiso para con la primera.

Kaczynski distingue entre dos tipos de tecnología una es la de pequeña escala y la otra es la dependiente de organizaciones[3]. En la primera se presenta lo que otros autores llaman técnica, es decir, la labor del trabajador, como el carpintero, artesano, etc., que trabajan en producción singular, en cambio la segunda refiere a las construcciones que requieren trabajos más elaborados, como puentes, edificios, etc.

La defensa entonces del autor por una tecnología de pequeña escala es el trabajo manual que había estado funcionando hasta la revolución industrial, sin embargo, a la llegada de esta revolución, el trabajo que pasa a ser parte de las máquinas, es decir, el trabajo a gran escala, debilita al hombre, y entonces surge otro término, a saber, “sobresocialización” con esto refiere que el hombre se va adaptando a las nuevas formas de existir gracias al uso de la tecnología. Haciendo por esto que como mencionábamos se vuelva más débil, inútil y dependiente.

Desde esta perspectiva el hombre ha abandonado el esfuerzo y la actividad física que le facilita producir lo que sea de sustento y que cubra sus necesidades para producir en masa a través de la industria, produciendo materiales que en muchas ocasiones son inútiles y dañan o contaminan en medio ambiente.

Sin embargo, entra en cuestionamiento el valor que tiene entonces la tecnología para la cultura; para Aibar, la cultura es la que influye en la conformación, diseño, difusión y uso de los artefactos tecnológicos: los valores culturales son configuradores de la tecnología[4]. Hay que dejar en claro, pues, que la tecnología que comienza en un primer momento, como la técnica a través de la cual el hombre desarrolla herramientas que le permiten su supervivencia, es la base necesaria para la existencia de la cultura y de la humanidad misma.

Como mencionaba en un primer momento, la tecnología contemporánea, si bien ha sido de mucha utilidad para el hombre, hay algunas cosas que no aportan beneficios para la humanidad. El autor lo menciona diciendo que algunos trabajos científicos tienen una relación inconcebible con el bienestar de la raza humana la mayor parte de los arqueólogos o lingüistas comparativos por ejemplo. Algunas de las otras áreas de la ciencia presentan obviamente posibilidades peligrosas. Sin embargo los científicos de estas áreas son simplemente tan entusiastas sobre su trabajo como aquellos que desarrollan vacunas o estudios de la polución del aire. Por ejemplo el caso del Dr. Edwar Teller, el cual tenía un obvio compromiso emocional con la promoción de centrales nucleares[5].

Con esto refiere a que no toda la ciencia tecnológica tiene tintes de bienestar puesto que hay ciertos factores que pueden dañar al hombre.

Pero también es necesario ver la otra perspectiva, esta es desde un enfoque epistemológico, el cual parte de saber que toda la técnica, que más adelante evolucionó hacia la tecnología parte de saber que hay un deseo profundo, humano incluso necesario, de conocer el mundo.

La visión del mundo, previa a las actuales tecnologías, era oscura, con diversos contrastes que denotaban insatisfacción en cuanto a la veracidad del conocimiento científico.

La limitación humana busco a través de su mayor herramienta, la mente, crear artefactos que permitieran conocer mejor y con profundidad el mundo, a grados tales que se han corregido teorías que se creían por ciertas y con ello surgen nuevas dudas y el deseo de conocer más nuestra realidad.

Si bien es cierto que la tecnología no ha sido del todo buena en algunos ámbitos de la misma, no se la debe condenar puesto que permitió que el hombre desde un enfoque epistemológico, aprendiera más a convivir con su entorno y lo pudiera comprender.

León Olivé distingue que en toda sociedad hay técnicas que son sistemas de conocimientos, habilidades y reglas que sirven para resolver problemas, por lo tanto estas son parte necesaria de la cultura[6].

Además estas técnicas van acompañadas de artefactos que son objetos que son el resultado de las transformaciones de otros objetos concretos mediante la operación de un sistema técnico. Rara vez un ser humano deja de tener artefactos en su entorno[7], puesto que son el medios de desenvolverse en el mundo.

La tecnología entonces sirve como productora de objetos artificiales que le ayudan al hombre a tener una mejor concepción del mundo, a estar en el mundo y a obtener lo mejor del mundo. Por lo tanto la tecnología nos abre la mente desde una sociedad industrial hacia una sociedad del conocimiento como la llama Olivé, en la que hay un encuentro entre la ciencia y la tecnología que nos acerca a criterios de evaluación más profundos en ramas nuevas y diversas, tales como las ciencias biológicas por poner un ejemplo.

Conclusión

Considero que el autor como muchos neo luditas se dejan empañar la visión de la tecnología por factores, que si bien no se deben descartar, son menores a comparación de todos los beneficios que la tecnología nos ofrece.

Hay que distinguir entonces entre una visión moral y una epistemológica puesto que desde la primera, todo el avance científico resulta negativo, pero desde la segunda, la mayoría es positiva e incluso esa minoría negativa puede encontrar una solución a partir del conocimiento de los problemas.

Bibliografía

Álvaro Carvajal Villaplana. La cultura tecnológica como base de las capacidades y el aprendizaje tecnológico. Revista de Humanidades. Vol. I. Universidad de Costa Rica. 2011.

Hannah Arendt. La condición humana. Paidós. México. 2016.

León Olivé. Tecnología y cultura. En: Eduard Aibar y Miguel Ángel Quintanilla. Ciencia, tecnología y sociedad. Enciclopedia Iberoamericana de Filosofía. Trotta. 2012.

Ted Kaczynski. La sociedad industrial y su futuro. Ed. Isumatag. 2011.

[1] Ted Kaczynski. La sociedad industrial y su futuro. Ed. Isumatag. 2011. P, 9.


[2] Hannah Arendt. La condición humana. Paidós. México. 2016. P, 166, 167.


[3] Ted Kaczynski. P, 58.


[4] Álvaro Carvajal Villaplana. La cultura tecnológica como base de las capacidades y el aprendizaje tecnológico. Revista de Humanidades. Vol. I. Universidad de Costa Rica. 2011. P, 3.


[5] Ted Kaczynski. P, 28 – 29.


[6] León Olivé. Tecnología y cultura. En: Eduard Aibar y Miguel Ángel Quintanilla. Ciencia, tecnología y sociedad. Enciclopedia Iberoamericana de Filosofía. Trotta. 2012. P, 138 – 139.


[7] Ibídem.


Hecho por: José Manuel Arias Córdova.

 
 
 

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